El mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, nos invita a sumergirnos en la esencia del amor divino y renovar nuestro compromiso con Cristo. Es un período de profunda reflexión, devoción y transformación interior, una oportunidad excepcional para explorar los fundamentos que orientan nuestro camino hacia la plenitud espiritual.
El Sagrado Corazón de Jesús, símbolo de la infinita compasión y misericordia de Dios, nos invita a contemplar la profundidad de su amor y encontrar refugio en él. En este corazón amoroso, nuestras preocupaciones y aflicciones son acogidas y sanadas. Es un faro que nos guía hacia la plenitud espiritual y una vida en comunión con Dios y con los demás.
En el centro de este llamado amoroso, nos encontramos con un sendero luminoso, marcado por los tres pilares fundamentales que orientan nuestra búsqueda espiritual: Deo omnis gloria, Regnare Christum volumus y Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam. Estos principios, arraigados en la fe cristiana y transmitidos por la sabiduría de San Josemaría Escrivá de Balaguer, nos guían hacia una transformación interior profunda, acercándonos cada vez más a la plenitud espiritual que anhelamos.
Deo omnis gloria, que significa «A Dios toda la gloria», representa el primer pilar de nuestra fe. Este principio nos llama a glorificar a Dios en cada instante de nuestra vida, reconociendo su omnipresencia en cada aspecto de nuestra existencia. Nos invita a vivir con una actitud de reverencia y gratitud, ofreciendo nuestras acciones, pensamientos y sentimientos como ofrendas al Creador. Nos recuerda que incluso las tareas más pequeñas pueden convertirse en oportunidades para glorificar a Dios si se realizan con amor y dedicación.
Regnare Christum volumus, que significa «Queremos que Cristo reine», representa el segundo pilar de nuestra fe. Este principio nos insta a hacer de Jesús el centro de nuestras vidas, colocándolo en la cumbre de todas nuestras actividades. Se trata de seguir sus enseñanzas, imitar su ejemplo y buscar que su reino de amor y justicia se haga presente en nuestros corazones y en el mundo. Nos llama a una continua búsqueda de identificación con Cristo, llevando su mensaje de amor y redención a cada aspecto de nuestra vida.
Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam, que significa «Todos con Pedro, a Jesús por María», representa el tercer pilar de nuestra fe. Este principio nos recuerda la importancia de fortalecer la fe en comunidad, apoyándonos mutuamente en el camino hacia la perfección espiritual. Se trata de vivir nuestra fe en armonía con la Iglesia, fortaleciendo nuestra relación con Dios y con los demás a través de la oración, los sacramentos y el compañerismo cristiano. La Eucaristía se convierte así en el centro y raíz de nuestra vida, fortaleciendo la fe y la comunión de los santos, y edificando la Iglesia en nosotros y en los demás.
La belleza de estos tres pilares radica en su profunda interconexión. Glorificar a Dios (Deo omnis gloria) encuentra su máxima expresión en la vida y enseñanzas de Jesús (Regnare Christum volumus), mientras que la comunión con la Iglesia (Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam) enriquece y profundiza nuestra relación con Dios y con Cristo. Estos principios, lejos de ser independientes, se entrelazan y potencian mutuamente, guiándonos en un viaje de conversión interior hacia la perfección espiritual que anhelamos.
Este mes nos invita a buscar la santidad y el apostolado, siendo conscientes de que el amor de Dios nos impulsa a ello. Recordemos siempre que «amor con amor se paga», y dejemos que este amor nos inspire a compartirlo con los demás, llevando la luz de Su amor a todos los que nos rodean. Que vivamos este tiempo con un corazón dispuesto a servir y a ser testigos del amor transformador de Dios en el mundo.
¿Te atreves a mejorar el mundo? 
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