La pregunta 28ª

La cercanía de mi domicilio al parque natural de la sierra Calderona –en las estribaciones del sistema Ibérico más próximas al Mediterráneo– me ha permitido frecuentar el popular enclave del monasterio de Santo Espíritu del Monte, en la población valenciana de Gilet. Cercano al mar y situado a diez kilómetros de Sagunto y treinta y cinco de Valencia, este convento franciscano, con más de seis siglos de existencia, se encuentra rodeado de siete colinas, trufadas de pinares y rica vegetación de monte bajo.

Allí, el altar mayor de su iglesia está presidido por un retablo plateresco cuya tabla central representa la escena neotestamentaria de la venida del Paráclito a los seguidores de Cristo: “estando todos juntos en un lugar, se produjo de repente un ruido proveniente del cielo como el de un viento que sopla impetuosamente, que invadió toda la casa en que residían. Aparecieron, como divididas, lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo”.

Este conjunto pictórico –en el que, absortos en la contemplación de la alegórica paloma, aparecen dieciséis personajes: la Virgen María, los apóstoles y las santas mujeres– fue pintado por Miguel Juan Porta (c.1544-1609), discípulo de Juan de Juanes, que reflejó en esta obra la colorista tonalidad del conocido maestro de la escuela valenciana. En su composición se simboliza la celebración litúrgica de Pentecostés o venida del Espíritu Santo cincuenta días después de la resurrección de nuestro Señor.

La comprensión intelectual de la tercera Persona de la Santísima Trinidad fue el mayor escollo que encontré en mi niñez cuando, con ocasión de prepararme para recibir la primera Comunión, accedí al estudio del primer grado del Catecismo de la Doctrina Cristiana. De poco sirvieron en aquella época de mi vida los esfuerzos de mi padre –mi primer y mejor catequista– y los de las amables señoritas que nos instruían a los catecúmenos del colegio. ¿Cómo captar el sentido de la respuesta a su pregunta 28ª, en la que escuetamente se decía que el Espíritu Santo “procede del Padre y del Hijo”?

 Para una mente infantil no era difícil entender los conceptos de Padre y de Hijo, pero todo lo contrario sucedía a la hora de penetrar en la noción de Espíritu Santo. Habrían de pasar muchos años hasta que mi toma de conciencia de la espiritualidad como atributo esencial de la divinidad me permitiera vislumbrar no solo que es por medio de su Espíritu como Dios hizo y sostiene todas las cosas, sino que habló por los profetas y que, en la plenitud de los tiempos, se encarnó humanamente en su Hijo. Más aún, solo Él conoce lo íntimo de Dios y, en virtud de la profundidad que de Él viene, nos hace conocer a Cristo para conducirnos al Padre.  

Del mismo modo, como Espíritu de Cristo resucitado, nos permite –por medio del amor que nos une a Él– emerger a una renovada vida de comunión con la divinidad, pues Él mismo es el Amor de Dios: instaura un orden nuevo que culmina el designio divino de hacer de la humanidad la familia de sus hijos; y hace que lo que había comenzado en nosotros prospere y llegue a su perfección para participar de una vida eterna.

En Él es concedida una vivificación definitiva y completa: viene en ayuda de nuestra flaqueza, intercede por nosotros, ilumina el entendimiento, fortalece la voluntad, enseña a vivir bien (es decir, a vivir de acuerdo con la voluntad divina) y, por su poder transformador, toma posesión del alma, la hermosea y la hace grata a Dios. Mediante Él, sigue presente Cristo en nosotros –susurrando en nuestro interior y atrayéndonos hacia el Padre desde lo más íntimo– y en el mundo, como artífice de las obras de Dios y único aliento con el que el mundo puede ser sanado.

Esto es Pentecostés: donación a los hombres de la intimidad de Dios, aquella que san Juan de la Cruz percibió como “toque delicado que a vida eterna sabe, aspirar sabroso de bien y gloria lleno”. También yo, gracias a su “llama de amor viva”, pude descifrar –si bien ya en mi madurez– la respuesta a la pregunta 28ª del catecismo de mi infancia.

9 respuestas a “La pregunta 28ª”

  1. Excelente artículo. Muchas gracias Pedro. Muy cierto lo que dices, Pentecostés es la donación de Dios a los hombres, y esto nos llama a que «amor con amor se paga», como decía un santo aragonés.

    Me gusta

    1. Avatar de pedroparicioaucejo
      pedroparicioaucejo

      Muchas gracias, Roberto, por tu amable comentario. Un fuerte abrazo desde Navarra. PPA

      Le gusta a 1 persona

      1. Disfrutar de esa bella tierra. Un abrazo.

        Me gusta

  2. Avatar de María Jesús Blázquez Nieto
    María Jesús Blázquez Nieto

    Ya el Misterio de la Santísima Trinidad trajo en suspenso a San Agustín; y, de las tres personas que la componen, es el Paráclito la que está más alejada de nuestros pensamientos; si bien su soplo es vida y, si se retira su aliento, esta expira.

    Una vez más, hemos de felicitar a Pedro Paricio, autor de tantos artículos magistrales, quien acostumbra a conectarlos con autores literarios de talla universal; en este caso, con San Juan de la Cruz . Concretamente, su poema místico «Llama de amor viva» le ayudó a «descifrar» a la tercera persona de la Santísima Trinidad.

    ¡Imploremos recibir los dones del Espíritu Santo!

    Le gusta a 1 persona

    1. Avatar de pedroparicioaucejo
      pedroparicioaucejo

      Muchas gracias, María Jesús y Vicente, por vuestro amable y culto comentario. Un fuerte abrazo desde Navarra. PPA

      Me gusta

    2. Avatar de pedroparicioaucejo
      pedroparicioaucejo

      Muchas gracias, María Jesús y Vicente, por vuestro amable y culto comentario. Un fuerte abrazo desde Zaragoza, camino de Valencia. PPA

      Me gusta

    3. Avatar de pedroparicioaucejo
      pedroparicioaucejo

      Muchas gracias, María Jesús y Vicente, por vuestro amable y culto comentario. Un fuerte abrazo. PPA

      Le gusta a 1 persona

      1. me ha parecido (a parte del fondo del artículo) muy ingenioso y atractivo el enfoque para hablar del Espíritu Santo partiendo de la infancia, catecismo, primera comunión. ya que de paso esta diciendo el autor q así pasa en la vida según se va creciendo se van entendiendo mas cosas, de lo a posta deducir el lector q cuando se pase ya a la otra vida “veremos tal cual es” el Espíritu Santo ya q entonces tendremos el intelecto perfecto para comprender lo q ahora es oscuro, no xq no sea claro el Espíritu Sanyo, sino por no ser clara nuestra inteligencia.

        Le gusta a 1 persona

  3. Avatar de pedroparicioaucejo
    pedroparicioaucejo

    Muchas gracias, Eva, por su comentario. Un cordial saludo. PPA

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. 

Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar